Por Gisela Schmidberg
La pandemia, la cuarentena, los cuidados, los cambios en las rutinas y modos de relacionarnos, trabajar y consumir, hacen hoy aún más acuciante la necesidad de acceder a información de calidad para tomar las acciones y decisiones correctas.
Olvia Sohr es la Coordinadora de Proyectos Especiales de Chequeado, un medio digital argentino, no partidario y sin fines de lucro, que se encuentra entre las primeras diez organizaciones de fact-checking del mundo. Desde el año 2010, Chequeado se dedica a la verificación del discurso público, la promoción del acceso a la información, la apertura de datos y la lucha contra la desinformación.
¿Cuáles son los peligros de la desinformación?
Hay distintos grados de peligro y distintas áreas en las que puede intervenir la desinformación. El área dela salud, lo que estamos viviendo hoy, es una de las más riesgosas porque puede afectar la vida y salud de las personas. Pero también hay desinformaciones sobre política, que pueden minar la confianza en nuestras instituciones e intervenir en los sistemas democráticos -por ejemplo, cuando se da información errónea sobre cómo se vota y eso termina afectando el derecho a voto de las personas-. En el área económica, están aquellas desinformaciones que pueden llevar a la gente a tomar malas decisiones económicas, o desinformaciones acerca de cómo funciona el sistema bancario o las que generan pánico y hacen que todos corran a retirar dinero de un banco. También hay desinformaciones con mensajes de odio hacia ciertos grupos sociales, como por ejemplo las que circulan en torno al origen del virus. Y también las conspirativas.
Y el daño se puede dar en distintos niveles. Nosotros en general, antes de decidir verificar una desinformación que circula, hacemos una evaluación y así priorizamos las que podrían generar más daño si no son desmentidas rápidamente. Las chequeamos y publicamos el resultado.
“Salud, política, economía, mensajes de odio hacia ciertos grupos particulares, son distintas áreas en las que puede dañar la desinformación y puede hacerlo en distintos niveles”
.¿Qué crees que mueve a quienes inventan las fake news?
Nosotros, en general, identificamos tres tipos de motivaciones detrás de quienes generan desinformación: Gente con determinada convicción que quiere convencer a otros; por ejemplo cuestiones políticas, con desinformaciones vinculadas a un opositor, o los “anti vacunas”, que quieren convencer al resto de que las vacunas son dañinas. Un segundo grupo es la gente que monetiza las desinformaciones, dado que muchos “clicks” les pueden traer réditos en términos de publicidad y venta de publicidad. Y un tercer grupo es por ignorancia, gente que produce información juntando dos cosas que tienen sentido y creyendo que el resultado es una relación probada, cuando en realidad esta es falsa.
“Identificamos tres tipos de motivaciones detrás de quienes generan desinformación: convencer a otros de algo, monetización e ignorancia”.
¿Han podido medir de algún modo el impacto de vuestra tarea en la sociedad argentina?
Sí hemos visto cosas que podemos adjudicarlas a nuestro impacto pero medirlo es complejo porque entran muchas variables en juego. Sabemos que las desinformaciones sin ninguna base son, en general, mucho más atractivas y se difunden más que las verdades, que suelen ser bastante más secas. Con lo cual no pretendemos competir contra la desinformación en cuanto a viralización porque no creemos que eso sea posible.
Lo que hemos visto es que, si desmentimos lo suficientemente rápido una desinformación muy viral, podemos lograr que gente que de buena fe o por ignorancia lo hubiese compartido, al verla desmentida, no la comparta. Y por lo tanto esa desinformación no crezca tanto y, al contrario, se reduzca su circulación.
“Si desmentimos lo suficientemente rápido una desinformación muy viral, podemos lograr que se reduzca su circulación”.
El año pasado, 2019, fueron las elecciones presidenciales en la Argentina y creamos un programa que se llamó “Reverso” en el que participaron más de 120 medios y se difundían chequeos a desinformaciones que estaban circulando durante la campaña política. No podemos probar exactamente en qué medida, porque intervienen diversos factores, pero sí creemos que el hecho de que muchos medios participaran activamente, tuviesen capacitaciones para detectar desinformaciones, formas recomendadas para titular cuando se desmiente algo y ciertas reglas de publicación para sus propias publicaciones, ayudó y contribuyó a que no se difundiesen más desinformaciones durante la campaña. Si bien las hubo, algunas muy virales, no se dieron en los niveles que podemos haber visto en Brasil , Estados Unidos o en México, por ejemplo.
¿Cuáles son los retos a corto y mediano plazo en cuestión de desinformación?
En los retos a cortísimo plazo, son dos los caminos. Por un lado, chequear y desmentir las desinformaciones sobre coronavirus que circulan por todos lados y son virales y dañinas. Y, por otro, informar de la forma más clara posible cuál es la evidencia que sí tenemos. Que la gente tenga acceso a buena información de fuentes confiables y por tanto se cuide de la forma correcta, no crea en falsas curas y en falsas prevenciones. Que no sientan falsa seguridad con cosas que en verdad no nos protegen para nada. Y que no pierdan la confianza en las instituciones por teorías conspirativas que no tienen ninguna base.
En cuanto al mediano plazo -y suponiendo que en el mediano plazo salgamos un poco del mundo coronavirus-, hay muchos ámbitos distintos en los que tenemos grandes retos en cuanto a la desinformación.
Hay una parte importante que es la educación ciudadana, la alfabetización mediática. Y es que por mucho que los periodistas que nos dedicamos a esto chequeemos cincuenta mil desinformaciones, jamás vamos a poder chequearlas todas. Por eso es muy importante que la gente, que los ciudadanos, tengan mayor capacidad crítica y mayor conocimiento de cómo funcionan los medios, las fuentes de información y las formas de informar, para que puedan por sí mismos determinar cuándo creer algo o no. O por lo menos cuándo dudar, para no caer demasiado en las desinformaciones.
“Es muy importante que los ciudadanos tengan mayor capacidad crítica para que puedan por sí mismos determinar cuándo creer algo o no”.
Por otro lado, hay mucho que la tecnología puede hacer -y estamos trabajando también en Chequeado en esa dirección- para identificar y chequear más rápido la información. Y hay retos que tienen que ver con las plataformas mismas, cómo funcionan, cómo priorizan los contenidos y los distintos esfuerzos que están haciendo. Iremos viendo qué resultados dan y cuán efectivas pueden ser en encontrar la desinformación.